jueves, 15 de noviembre de 2018

Dorian Gray, transgresor moral.


El profesor Román Gubern cuenta que Dorian Gray es un transgresor moral, aunque el autor irlandés Oscar Wilde no detalla (salvo la ruptura inicial con Sibyl y su ocasional consumo de opio) la naturaleza de sus escandalosas transgresiones, por lo que Hans Mayer ha podido proponer, en virtud del sospechoso silencio del autor, que se trata de actividades homosexuales. 

 Oscar Wilde
Por otra parte,el entorno de Dorian,  opina Gubern, es mucho más masculino que femenino y su ruptura con la única novia reconocida por el autor, con Sibyl Vance, obedece a razones más estéticas que afectivas. Por si hicieran falta aclaraciones, en determinado momento Lord Henry  dice: “Hay algunos temperamentos a los que el matrimonio hace más complejos. Se ven obligados a llevar más de una vida.” Tan obvia resultó la conducta de Dorian Gray en su época, que la novela fue evocada como prueba en el proceso a Wilde por homosexualidad. 

La criptohomosexualidad de Dorian Gray vendría avalada por su exacerbado narcisismo, recordando que, algunos años después, Freud situaría el narcisismo en el origen de la homosexualidad. Otto Rank subrayó el narcisismo de Dorian Gray y tal narcisismo, observa Rank, le incapacita para amar. El aspecto narcisista de Dorian Gray es tal vez el rasgo del personaje que salta más a la vista. Se trata en este caso de un ideal narcisista de carácter efebofílico, del pánico a envejecer, que alimenta un temor paranoide hacia el retrato delator, pues allí la figura sí envejece y de un modo horrendo. Doce años después de este eco decadentista de la ambición ucrónica de Fausto, aparecerá en la literatura inglesa Peter Pan, el niño que no quería crecer, por obra de J. M. Barrie, cuyo problema no era el narcisismo, sino la carencia de sentido de la responsabilidad personal. En el caso de Dorian Gray su narcisismo es un rasgo central de su personalidad esteticista. Y su patología narcisista obra un prodigio, que constituye el núcleo fantástico de la novela, la anulación del deterioro físico. “¡Ojalá fuera yo el que fuera siempre joven, y el cuadro el que se hiciera viejo! ¡Daría mi alma por eso!”, exclama un Dorian Gray fáustico (la última frase fue añadida por Wilde a la versión de 1891). Lo que Wilde propone, en definitiva, es el estudio de una obsesión, que una mirada clínica podría identificar como paranoica.

No hay comentarios:

Publicar un comentario