domingo, 10 de septiembre de 2017

Rumores.

Durante la Segunda Guerra Mundial alemanes y polacos se culpan recíprocamente de arrojar bebés desde los aviones, y en la guerra del Golfo entre Kuwait e Irak se acusa a los soldados iraquíes de haber sacado a recién nacidos de sus incubadoras. Existe, como acreditan las variantes de estas historias, un folclore internacional y transhistórico de las sociedades en guerra. Los rumores desempeñan un papel especial en este triste acervo, pues las historias de matanzas perpetradas por el enemigo que se propagan con las habladurías parecen especialmente indicadas para canalizar miedos y proyectar deseos negativos. La habladuría es una estrategia para la superación de inhibiciones comunicativas, de ahí que los rumores resulten esenciales en la economía emocional de la guerra. Marie Bonaparte, psicoanalista y amiga íntima de Sigmund Freud,
Rumores.
localizó en estos cuentos de guerra motivos de violencia recurrentes. Forman ese ruido de fondo de la historia universal que aglutina tanto los elementos míticos de las actuales culturas primitivas como las epopeyas homéricas o los rumores del “siglo de la máquina y el avión”.Los rumores son interpretaciones que pueden aportar coherencia a situaciones de gran inseguridad.


De forma premeditada, el Alto Mando del Ejército alemán difundía noticias sobre los supuestos actos despiadados de la población belga para apartar la atención de las masacres llevadas a cabo por las tropas alemanas en las primeras semanas de agosto de 1914, justo después del inicio de las hostilidades. La comunicación dirigida y el narrar incontrolable se atrajeron mutuamente. Los rumores sobre los actos de barbarie belgas costaron la vida a unos 6.000 civiles e hizo inviable un acuerdo de paz. Fuera cual fuese el origen de esas leyendas, tuvieron como consecuencia la creación en Colonia de un organismo cuyo único cometido era el de volver inocuos los rumores de guerra. Y es que no
todos los que circulaban por Alemania eran tan inocuos como el de las bellas y fatales mujeres belgas que pasaban sus ratos de ocio descuartizando a indefensos soldados alemanes heridos o sacándoles los ojos para guardarlos en botes de conservas.


El rumor es una voz y generalmente carece de importancia hasta qué punto una historia ha surgido de un rumor o un rumor lo ha hecho de una historia. Para el rumor, la incidencia que puedan tener los factores personales en el error del mensaje es secundaria. Lo determinante son las circunstancias que condicionan cómo y por qué un rumor determinado se divulga en el espacio, es decir, en un determinado círculo social, y en el tiempo. El enorme poder de la habladuría, el factor que la diferencia de la simple noticia, reside en la suma de las voces individuales. Además, la mayoría de rumores se conservan y transmiten en forma de sucesos curiosos o anécdotas que encierran un giro inesperado.

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