domingo, 10 de septiembre de 2017

Alguien nos ha puesto en el mundo.


 Epicteto 
Pascal dice de Epicteto que es uno de los filósofos del mundo que mejor ha conocido los deberes del hombre. Quiere, antes que nada, que este considere a Dios como su principal objeto; que esté persuadido de que lo gobierna todo con justicia; que se someta a él de buen grado, y que le siga voluntariosamente en todo, considerando que todo lo hace con gran sabiduría, que así, esta disposición hará callar todas las quejas y todas las murmuraciones y preparará su mente para soportar con calma los acontecimientos más penosos. 

“No digáis jamás, dice Epicteto: He perdido esto: decid más bien: Lo he devuelto. Mi hijo ha muerto, lo he devuelto. Mi mujer ha muerto, la he devuelto. Y lo mismo con las riquezas y todo lo demás. Pero aquel que me lo quita es un malvado, decís. ¿Por qué os enojáis de que aquel que os lo ha prestado os lo pida? Mientras os permite usarlo, cuidadlo como un bien que pertenece a otro, como un hombre que está de viaje se considera a sí mismo en una hostería. No debéis desear que esas cosas que se hacen, se hagan como vosotros queréis, sino que debéis querer que se hagan como se hacen”. “Acordaos de que estáis aquí como actor y representáis el personaje de una comedia, el que el amo ha querido asignaros. Si os lo ha dado corto, interpretadlo corto; si os lo ha dado largo, interpretadlo largo; si quiere que interpretéis a un mendigo, debéis hacerlo con toda la naturalidad posible: y así en todo. Es cosa vuestra representar bien el personaje que os ha encomendado; pero escogerlo, eso es cosa de otros. Tened siempre ante vuestros ojos la muerte y los males que parecen más insoportables, y nunca pensaréis nada bajo, y no desearéis nada con exceso”. En este fragmento podemos observar que en lo que Pascal coincidía con Epicteto era en su llamada a
Pascal
someternos a la voluntad de Dios de una manera absoluta. Una sumisión que debe nacer de algo que los hombres no podemos olvidar, somos seres contingentes, nuestra existencia no depende de nosotros, sino que nos ha sido dada, y en cualquier momento la podemos perder. Alguien nos ha puesto en el mundo, y nuestras vidas no son otra cosa que el fruto de su voluntad, y a ella, única soberana, deberemos entregarnos.



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