sábado, 2 de septiembre de 2017

La dinámica esencial del motor que impulsa el libre mercado fue analizada por Adam Smith.

Adam Smith.
Casi un siglo antes de la gran obra de Marx, la dinámica esencial del motor que impulsa el capitalismo (el libre mercado) fue analizada por el economista escocés Adam Smith. En la época en que escribía La riqueza de las naciones (1776), muchas de las condiciones que permitirían el florecimiento del capitalismo de libre mercado ya estaban establecidas. El crecimiento del comercio interior y exterior había dado lugar a un espíritu empresarial y a una generación de comerciantes que llevó a Gran Bretaña mucha de la riqueza que alimentaría las nuevas fábricas de la revolución industrial. 

El profesor e historiador Ben Dupré cuenta que al mismo tiempo, se estaba formando una clase de trabajadores sometidos, quisieran o no, a discrecionalidad salarial, con campesinos desplazados en masa por el hundimiento de las tierras gestionadas feudalmente. El último obstáculo en el avance de la transformación económica era la abundancia de monopolios y los controles de precios todavía impuestos por el Estado. Smith radicó en comprender que, en un
competencia
mercado donde se da rienda suelta a la iniciativa, a la competencia y a la motivación de la ganancia personal, la dinámica de la oferta y la demanda garantizará que los productores generen bienes y servicios que los consumidores desean comprar, a un precio que ofrece un beneficio razonable pero no excesivo sobre su inversión. El sistema así concebido se autorregula de manera natural, en tanto las variables como el coste, el precio y el beneficio se determinan como funciones del sistema como un todo y no pueden ser manipuladas, sin dañar el propio sistema, ni por las partes de una transacción ni por una tercera parte (como el gobierno) ajena a ella. Eso significa que la política y la economía son esencialmente distintas y que los políticos no deberían interferir en cuestiones económicas.



Aunque Smith sostenía que el mercado libre era el mecanismo más eficaz para coordinar la actividad económica, concedía también que el Estado tenía un papel más allá de limitarse a facilitar el comercio. La cuestión de si algunas necesidades de la sociedad, como el transporte y la educación, las suministra mejor el Estado o la iniciativa privada ha sido objeto de un enconado debate desde entonces.

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