El estudio conduce a la mejora intelectual del ser humano que se afana en la búsqueda de un saber, el cual debe conducir al desvelamiento del significado más profundo de la realidad, revirtiendo entonces en el propio crecimiento. Por esto, subrayaba san Josemaría Escrivá de Balaguer, “en el momento en que aprendemos algo, descubrimos otras cosas que ignorábamos y que constituyen un estímulo para continuar el trabajo sin decir nunca basta”; se produce de este modo un crecimiento que es intelectual y personal a la vez.
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