lunes, 1 de septiembre de 2025

Por los centros de ciudades

Chicago
Una parcela urbana de Chicago, que su propietario vendió por 100 dólares en 1832, al poco de fundarse la ciudad, alcanzó en 1834 un precio de 3.000 dólares, y doce meses después, de 15.000. En una ciudad antigua como París, la especulación inmobiliaria empezó en la década de 1820. En los años de explosión de ciudades asiáticas como Tokio y Shanghái intervinieron mecanismos de mercado muy parecidos. En estas circunstancias, el registro catastral logró una nueva precisión y se agrandó su importancia económica. Se consolidaron nuevas ramas del Derecho, especializadas en el suelo, la construcción y los alquileres. La economía financiera quedó inextricablemente ligada a las hipotecas. Surgieron nuevos tipos sociales como el mediador inmobiliario, el especulador de propiedades, el developer (empresario constructor que erigía en serie viviendas estandarizadas para las clases medias e inferiores), y por último el inquilino. Son cuestiones importantes, que la historia social y económica se ha tomado en serio en muy pocas ocasiones.
Viena
Una vuelta por los centros de ciudades como Londres, París y Viena pone de manifiesto que nunca fueron ciudades industriales. Al contrario, alojan las huellas de una batalla por impedir que la industria destruyera la cultura de gran ciudad. Las metrópolis emblemáticas del siglo XIX crearon su apariencia perdurable más en su defensa frente a la industrialización que por rendirse a sus consecuencias. Por otro lado, durante el siglo XX, la formación de megaciudades desprovistas de base industrial (Lagos, Bangkok, Ciudad de México, entre otras) debería corroborar la idea de que entre urbanización e industrialización solo existe una conexión laxa. La urbanización es un proceso verdaderamente global, mientras que la industrialización es un proceso esporádico de formación de un centro desigual.

Referencia: La transformación del mundo (Jürgen Osterhammel)

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