El ser humano fue creado para amar y solo se realiza plenamente a si mismo cuando hace entrega sincera de sí a los demás. La familia es el ámbito privilegiado donde cada persona aprende a dar y recibir amor…. Ademas la familia es una escuela de humanización del hombre, para que crezca hasta hacerse verdaderamente hombre. En este sentido la experiencia de ser amados por los padres lleva a los hijos a tener una conciencia de su dignidad de hijos, escribe Benedicto XVI.
El padre y la madre se han dicho un “si” total ante Dios, lo cual constituye la base del sacramento que les une; asimismo, para que la relación interna de la familia sea completa, es necesario que digan también un “sí” de aceptación a los hijos, a los que han engendrado o adoptado y que tienen su propia personalidad y carácter. Así, estos irán creciendo en un clima de aceptación y amor, y es de desear que al alcanzar una madurez suficiente quieran dar a su vez un “sí” a quienes les han dado la vida…..Una de las tareas más grandes de la familia es la de formar personas libres y responsables. Por ello los padres deben de ir devolviendo a sus hijos la libertad, de la cual durante algún tiempo son tutores. Si estos ven que sus padres, y en general los adultos que les rodean, viven la vida con alegría y entusiasmo, incluso a pesar de las dificultades, crecerá en ellos más fácilmente ese gozo profundo de vivir que les ayudará a superar con acierto los posibles obstáculos y contrariedades que conlleva la vida humana.

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