Para el filósofo Pierre Manent “Europa ya no representa el progreso porque sea el marco de producción de una nueva asociación humana, la sociedad industrial o socialista, como pensaban Augusto Comte o Karl Marx, sino que representa el progreso porque ha renunciado a toda afirmación de sí misma, haciéndose apertura ilimitada al otro, incluso cuando éste va directamente en contra de nuestros principios, especialmente el de la igualdad entre hombres y mujeres. Así, en cuanto medimos la calidad de nuestro progresismo por nuestra disposición a aceptar incondicionalmente el Islam, esto contribuye a confirmar el gran relato en lugar de refutarlo. Como, no obstante, debemos tener en cuenta el hecho de que las costumbres musulmanas chocan con algunos de nuestros principios esenciales, decretamos confiadamente (éste es el movimiento complementario de la estrategia) que la laicidad ya se encargará del asunto, exigiendo a los musulmanes que eliminen al menos los signos visibles de la condición subordinada de la mujer. Mientras que el primer movimiento se jacta de aceptar a los musulmanes tal como son, el segundo promete que la laicidad hará de ellos lo que deben ser. Así, se eliminan todos los límites a la aceptación del Islam, ya sea en nombre de su diferencia presente, ya en nombre de su semejanza futura. Por supuesto, esa semejanza tarda en llegar, pero el progresismo vive de esperar”.

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