Hoy en día la unión de un hombre y una mujer resulta igual que la de dos personas del mismo sexo. De este modo se confirman tácitamente las funestas teorías que quitan toda importancia a la masculinidad y la feminidad de la persona humana, como si se tratara de un hecho puramente biológico; teorías según las cuales el hombre, es decir, su intelecto y su voluntad, decidiría autónomamente qué es o no es. En esto se produce una depreciación de la corporeidad, de la cual se sigue que el hombre, al querer emanciparse de su cuerpo, de la esfera biológica, acaba por destruirse a si mismo, manifiesta Benedicto XVI.

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