Miguel Primo de Rivera |
Decía el conde de Romanones que a pocos hombres había conocido más representativos de las virtudes y los defectos del pueblo español que Primo de Rivera, y a pocos que, como él, reunieran un mayor caudal de simpatías; tantas, que desarmaba a sus más enconados adversarios. Le acompañaba la figura, decía, la voz, y hasta su dejo andaluz: “Inteligente, decidor, de cultura limitada a las materias de su profesión, con verdadero sentido de gobernante y gran conocedor de los hombres. Su ambición fue colmada por la suerte, pero para ayudarla puso todo lo necesario, exponiendo con gallardía su vida”.
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