Cuenta el profesor e historiador Luis Suárez que producido un hecho, por ejemplo la Revolución francesa, los historiadores buscan y encuentran las causas en el pasado inmediato; concluyen entonces que, puesto que las causas del futuro deben hallarse en el presente, pueden descubrirse y, por ende, predecir el futuro. Sin embargo, todas estas predicciones fallan cuando no incurren en el ridículo. Es indudable que las causas de lo que va a ocurrir en un tiempo inmediato se encuentran presentes, pero bajo la forma de posibilidades, y, a menos que se produzca una feliz casualidad, dice Bergson, es imposible que sepamos, entre tantas posibilidades, cuál es la que ha de convertirse en realidad. La duración es precisamente esto, un término medio entre el azar y la necesidad. Está sujeta a leyes, pero éstas no pueden ser enunciadas sino después del suceso.
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