El clero asturiano produjo una figura que, en cierto sentido, puede llamarse el primer intelectual español de categoría, el monje Beato de Liébana, nacido hacía la mitad del siglo VIII. Fue el más vigoroso portavoz de la posición asturiana en la controversia adopcionista, con un estilo polémico rudo y brutal (acusó al metropolitano de Toledo de ser “los testículos del Anticristo”). Escribió también, al estilo medieval, el primer best-seller español, pues sus Comentarios sobre el Apocalipsis se copiaron muchas veces en Asturias y León durante los dos siglos siguientes. La visión escatológica y de duras pruebas encajaba en la militante sociedad cristiana de la frontera, sujeta a frecuentes traumas por los ataques sarracenos. El Apocalipsis del Beato tuvo, al parecer, mucho menos éxito entre los pobladores más resguardados y refinados de Galicia. Este sabio reunió una numerosa biblioteca y mostró una amplia erudición. Ayudó a inspirar una escuela de iluminación de manuscritos que luego ejerció cierta influencia en Francia y el resto de Europa occidental. Ardiente patriota católico, el Beato afiló de modo especial la identidad cristiana y su antagonismo frente a los musulmanes. También ayudó a preparar el camino para que se adoptara a Santiago como el nuevo patrón nacional y probablemente compuso O Dei verbum, primer himno importante en su honor.
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