martes, 8 de marzo de 2022

En Birmania los niños ya no van a la escuela


En Birmania William Htoo, secretario de la diócesis de Taungoo, una de las regiones más golpeadas por el conflicto explica que  “muchos jóvenes que iban a la universidad y soñaban con carreras brillantes han visto que su futuro se desvanece de un momento para otro”. “Los niños ya no van a la escuela, están en casa desde hace dos años”, dice el sacerdote. "Hombres y mujeres jóvenes se han unido a las milicias para luchar contra el ejército. Hay cientos de miles de desplazados en todo el país”.



Poco antes de Navidad los militares bombardearon por enésima vez Loikaw, en el estado de Kayah, donde vive la mayoría de los cristianos de Myanmar (Birmania). Las fuentes locales nos dicen que la ciudad ha quedado vacía, simplemente ya no existe. Los datos más recientes de ACNUR, la agencia de las Naciones Unidas para los refugiados, hablan de unos 406.000 refugiados internos.“Falta comida y atención médica”, dice William Htoo. ”La mayoría de los trabajadores de la salud han abandonado los hospitales estatales porque no quieren trabajar con el ejército, pero los hospitales privados son demasiado caros". La Iglesia local está en primera línea para prestar ayuda, pero le resulta imposible cubrir todas las necesidades. “Cada vez hay más problemas. Los robos y asaltos van en aumento porque la gente está pasando necesidades y la vida es cada vez más difícil. La Iglesia trata de señalar un camino, pero cada vez resulta más complicado”.La diócesis acoge a todos los que necesitan ayuda. Cerca de 10.000 personas han pasado por Taungoo en los últimos meses. “La gente huye sin llevarse nada, solo piensan en su propia seguridad. Si no hay soldados en las calles, algunos emprenden viajes de 3 o 4 días para tratar de recuperar algo”. Las religiosas y los sacerdotes locales compran comida y recargas telefónicas y van a visitar los pueblos "aunque solo sea para dar un poco de apoyo moral a la población".

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