En 1921, la burocracia bolchevique era diez veces mayor que la de los zares, con dos millones y medio de empleados, cifra que duplicaba la de los trabajadores de la industria. Pese a todas las diferencias ideológicas, el Partido Nazi desempeñaba funciones similares a las de los comunistas. Ambos partidos ocultaban complejas redes personales basadas en relaciones clientelares que no se ajustaban a la meritocracia que formalmente propugnaban. En teoría, sus miembros eran élites activistas que comunicaban la voluntad de sus jefes a las masas de población, a la vez que ejercían una tutela vigilante sobre estas. En ambos sistemas, informar sobre los demás constituía un deber a nivel celular, en el que el partido permeaba toda la vida cotidiana.
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