sábado, 6 de noviembre de 2021

Las mujeres que se revelaron


El 11 de junio del 632, Mahoma fallecía de manera repentina. Su último suspiro lo daba en la habitación de su esposa favorita, Aisha, lugar que se convirtió en su última morada y es hoy en día uno de los principales lugares de culto islámico. Después de su muerte, la comunidad islámica sufrió una serie de rebeliones que pusieron en peligro el futuro de la nueva fe. Entre ellas, las mujeres jugaron un papel destacado, hasta el punto de poner en jaque a las fuerzas de Abu Bakr, sucesor de Mahoma. Es muy probable que esas mujeres que se enfrentaron al primer islam lo hicieran por estar en desacuerdo con el planteamiento de reclusión femenina que empezaban a intuir como norma mermando la independencia que algunas de ellas mantenían desde las tribus no islamizadas. Mientras estas mujeres se rebelaban contra el islam, en su núcleo fundador, las mujeres de Mahoma permanecieron en sus apartamentos adyacentes a la mezquita y fueron reverenciadas como Madres de los Creyentes. El califa Umar estipuló una pensión para cada una, pues el profeta no les había dejado nada en herencia y durante un tiempo, bajo el califato de Abu Bakr, tuvieron que subsistir gracias a la ayuda de sus familias. De todas ellas, Aisha continuó siendo la favorita de los musulmanes, la que recibió una cantidad más elevada de ayuda económica y la que fue reverenciada y consultada sobre cuestiones de fe por los seguidores de su difunto esposo. De hecho, más de dos mil hadiz, que conforman la sunna o tradición recibida del profeta, se atribuyen a ella.


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