Siempre estamos con el mito de la izquierda y la derecha. Si sólo ofrecemos al problema dos respuestas y ambas equivocadas, no estamos planteando bien el problema. Un problema al que se ofrecen dos soluciones equivocadas es un problema para el que, en la práctica, no me han ofrecido solución. La opción frente al color negro no es solamente el blanco. Existen infinitos matices. Vivir en democracia implica reconocer que la pluralidad de pensamientos, opiniones y convicciones es enriquecedora, y que por lo tanto no se puede tener una visión dicotómica de izquierda contra derecha. Implica admitir que la propia visión del mundo nunca podrá ser definitiva ni segura. Implica confrontar mi visión con otras visiones, y saber que la propia experiencia o una mudanza de las circunstancias podrían obligarme a cambiarla o a enriquecerla. Implica ser consciente de que cualquiera puede decir blanco hoy, y negro mañana, y gris pasado mañana, porque todo fluye y nada es inamovible. Implica creer que la verdad nunca puede ni debe ser impuesta, que nunca puede ser la que yo propongo, o la que mi partido propone, sino la que resulta del debate, del conflicto y, sobre todo, del bien común.
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