El hombre y la mujer más vulgares, dice el filósofo Gerardo López Sastre, conocen mejor sus propias circunstancias y sentimientos (porque los conocen desde dentro, podríamos decir) que lo que pueda conocerlos cualquier otra persona. Esto no significa que los demás no puedan proporcionarle consideraciones que ayuden a su juicio o exhortaciones que fortalezcan su voluntad; pero siempre entendiendo que el juez supremo es el propio individuo. Suya es la decisión última sobre lo que ha de hacer o el estilo de vida que quiera adoptar.
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