En 1994 se demostró claramente que un tratamiento con fármacos permitía evitar la transmisión del virus del sida al feto durante el embarazo. Sin embargo, en Asia y África hubo desde entonces por lo menos quince ensayos realizados por médicos en los que miles de mujeres embarazadas recibieron un placebo en lugar del fármaco probado. Los investigadores lo hicieron a sabiendas, a pesar del riesgo de contagio para los bebés. Esos ensayos no fueron financiados por la industria farmacéutica, sino por entidades públicas. Nueve de ellos por autoridades del gobierno norteamericano, cinco por otros gobiernos y uno por el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/sida (ONUSIDA).
La Asociación Médica Mundial, en la declaración de Helsinki en Octubre de 2000, estableció los principios éticos.Esta declaración prohibe tratar las enfermedades graves con placebos cuando ya se cuenta con una terapia probada. Esto también rige expresamente para los pacientes que toman parte en ensayos clínicos. Los únicos ensayos permitidos son aquellos en los cuales un grupo de pacientes recibe la medicación nueva y otro grupo el tratamiento estándar.
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