Cuenta el escritor británico Joseph Pearce que lo que le fascinó y cautivó de Chesterton era que aunaba la eminencia de pensamiento racional con la transparencia de un corazón virtuoso. “Era el mismo atractivo de la bondad que yo había experimentado cuando el policía me prestó dinero y el punki de Belfast me invitó,a mí, a su enemigo, a ir al pub. Era la presencia de la bondad, la luz de la santidad abriéndose camino entre las tinieblas, la vida del amor que puede matar cualquier odio”.
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