Hugo von Hofmannsthal, poeta, dramaturgo, narrador y ensayista austriaco, cuenta que a veces se compara en el pensamiento con Craso, aquel orador del que se cuenta que quería tan perdidamente a su murena domesticada, pez mudo y basto de ojos rojos que vivía en su estanque, que se convirtió en objeto de todos los rumores de la ciudad; y cuando un día, en el senado, Domicio le reprochó que hubiera vertido lágrimas por la muerte de aquel pez, queriendo dar a entender con ello que estaba medio loco, Craso le replicó: “Así pues, yo hice por la muerte de mi pez lo que tú no hiciste por la muerte de tu primera esposa ni tampoco de la segunda”.
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