sábado, 26 de octubre de 2019

España tuvo la mayor población educada de cualquier país del mundo durante el siglo XVI


Cuenta el profesor e historiador estadounidense Stanley Payne que en 1450 existían en España seis universidades, pero en el siglo y medio siguiente se fundaron veintisiete. A fines del siglo XVI, en casi todas las ciudades españolas de más de 2.000 habitantes había una escuela con enseñanza de latín, y aproximadamente el 5 % de los varones adultos se matriculaban en las universidades, por lo menos durante el cénit de su expansión. Por un breve período, España tuvo la mayor población educada de cualquier país del mundo. Las universidades no eran instituciones de la Iglesia, pero ésta tenía en ellas un papel principal por medio de sus numerosos colegios residenciales y de sus profesores. Casi todos los eruditos católicos de la época eran profesores de universidad, y una de las principales ambiciones del Cardenal Cisneros consistía en crear una universidad que no hiciera hincapié en los estudios jurídicos, sino que pusiera el saber renacentista al servicio de la teología y la educación del clero. Esto lo consiguió con la fundación, entre 1502 y 1508, de la Universidad de Alcalá de Henares, que fue un centro de humanismo católico y predecesora de la Universidad de Madrid.

Luis Vives
Se tradujeron y estudiaron ávidamente a principios del siglo XVI las principales obras de devoción cristiana. En los años veinte de ese siglo, el humanismo católico y el reformismo moderado del erudito holandés Erasmo tuvieron gran popularidad entre los eruditos e inspiraron la principal corriente del nuevo pensamiento católico español de dicha generación. El más destacado humanista español, Juan Luis Vives, hijo de una familia de conversos perseguidos de Valencia, fue uno de los más profundos discípulos de Erasmo en Europa. En cierto momento, Cisneros ofreció a Erasmo una cátedra en Alcalá, y mientras la Sorbona combatía los puntos de vista erasmistas, una conferencia teológica castellana, celebrada en Valladolid, los apoyó. En aquella época, España era probablemente el centro del erasmismo, en particular entre 1527 y 1532, cuando los principales consejeros religiosos de la corona eran erasmistas y el rey de España Carlos I esperaba alentar la reforma católica y papal con una orientación humanista moderada.

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