Entre la satisfacción y complacencia en el placer que proporcionan los sentidos y la familia, el abismo es total. El refinamiento sexual es la muerte de la nación. Escribe el filósofo Emil Cioran que “la explotación al máximo de un placer instantáneo, su prolongación más allá de los límites de la naturaleza, el conflicto entre las exigencias de los sentidos y los métodos de la inteligencia son las expresiones de un estilo decadente, que se define por la desafortunada capacidad del individuo para manejar sus reflejos. Esa correspondencia biológica de la lucidez, de la voluntad de dejar de ser víctima, tiene consecuencias catastróficas. Los niños han de llegar a ser por fuerza personas que crean en algo, que se adhieran, que sean suficientemente inconscientes para considerarse parte de una nación, que sientan gozosamente la necesidad de
equivocarse con la participación y las pasiones. Un pueblo sin mitos está en vías de despoblación. Nos sentimos agobiados por la falta total de vida, de ritmo, de niños, de futuro. Es la muerte total, velada por el encanto ancestral de iglesias aisladas cuyos resignados campanarios, con una vaga y vetusta coquetería, parecen invitarnos a partir, a no quedarnos, melancólicos, en el umbral de su definitiva ausencia”.
Emil Cioran |
Apreciar más la vida propia que una idea, pensar con el estómago, vacilar entre honor y voluptuosidad, creer que vivirás mucho más que todo: eso es la vida. No aman otra cosa que ella y ya sólo viven para ella.
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