domingo, 3 de marzo de 2019

El ser humano tiene el privilegio de tener una chispa de pensamiento


El hombre es un ser entre otros muchos de los que constituyen el universo. Pero este ser humano tiene el privilegio sobre los demás seres de tener una chispa de pensamiento, de participar en la inteligencia divina. Por tanto, dice García Morente, la finalidad del hombre en el mundo es clara, es realizar su naturaleza, y lo que constituye su naturaleza, lo que distingue al hombre de cualquier otro ser, es el pensamiento. Por consiguiente, el hombre debe pensar. La actividad propia del hombre es pensar; el acto del hombre, el acto humano por excelencia es pensar. 
No pensará el hombre con la plenitud y la pureza, la grandeza y la totalidad con que Dios piensa; pero el hombre no es Dios, y por consiguiente su pensamiento es imperfecto, comparado con el de Dios. Imaginen ustedes, afirma García Morente, a Santo Tomás, ahora, esforzándose con un afán al mismo tiempo místico y filosófico por intentar tener una concepción, una idea de en qué pueda consistir la bienaventuranza de los bienaventurados. Pues no hará otra cosa sino recoger del último capítulo de la Ética a Nicómaco de Aristóteles, la descripción de la teoría, la descripción de la contemplación. La teoría; la contemplación de las esencias; el pensamiento; el conocimiento de las esencias y de Dios, es la ocupación más propia del hombre. Está en esta tierra limitado, constreñido por las necesidades naturales, por lo que el hombre tiene de no hombre, de animal, de piedra, de materia. Pero Santo Tomás, en cuanto que intenta imaginar o ver o intuir en qué haya de consistir la bienaventuranza de los santos, no encuentra otra actividad que la misma de Aristóteles, los santos son bienaventurados porque contemplan la verdad, porque contemplan a Dios. Como Dios es pensamiento puro contemplan el pensamiento puro.

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