En Persiles, Cervantes da una sinopsis de su teoría de los celos: “Mira, amigo Periandro: esta enfermedad que los amantes llaman celos, que la llamaran mejor desesperación rabiosa, entran a la parte con ella la envidia y el menosprecio, y cuando una vez se apodera del alma enamorada, no hay consideración que la sosiegue, ni remedio que la valga; y aunque son pequeñas las causas que la engendran, los efectos que hace son tan grandes, que por lo menos quitan el seso, y por lo más menos, la vida; que mejor es al amante celoso el morir desesperado, que vivir con celos”.
Los efectos son,dice el neurólogo y psiquiatra Castilla del Pino, enormes, y lo menos que provocan es la locura, cuando no la autoaniquilación. En todo caso, la alternativa es, para Cervantes, terrible, mejor morir desesperado que vivir con celos.
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