Noventa jóvenes bangladesí que fueron a Arabia Saudita para trabajar volvieron al aeropuerto internacional de Daca, capital de Bangladés. Las esperaba, la asociación BRAC, una Ong que se ocupa de recuperar y curar a las migrantes que logran escapar. Todas ellas de hecho, informa Shariful Hasan, director del grupo, “fueron torturadas por sus empleadores”. Según la Ong bengalí, el año pasado más de 1.500 mujeres retornaron a sus países de origen. La asociación calculó que entre 1991 y 2018 cerca de 700 mil personas fueron al extranjero en busca de un empleo, de estas casi 250 mil solo al reino saudita.
En 2015 los gobiernos de Daca y Riad firmaron un acuerdo para el envío de trabajadoras domésticas. Se trata sobre todo de jóvenes pobres de las zonas rurales, que en el trabajo en el extranjero ven una posibilidad de salir de las penosas condiciones de vida de los campos bengalíes. Pero desde aquel año, cerca de 5 mil de ellas decidió escapar. Según la Ong, las jóvenes piden regresar porque denuncian torturas, violencias sexuales, falta de pago de sus salarios. Además no logran adaptarse a la cultura local, que quiere a las mujeres sometidas a los deseos de los hombres.
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