Si Europa no mantuviera una identidad propia dejaría de ser tal, y el mosaico que aúna diferentes culturas sin una unidad precisa estaría destinado a romperse y desmenuzarse en poco tiempo. Téngase en cuenta que la tesis opuesta, la que niega la necesidad de una identidad y considera que Europa debe abrirse a todas las diferencias sin poner limites, es producto de un relativismo que no es más que una máscara del nihilismo. Bajo la proclamación del valor igual de todas las culturas se oculta una anulación de los valores, escribe el filósofo Giovanni Reale.
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