“Muchas cosas que la gente dice que serían buenas probablemente no lo son, dice Myhrvold, citando de ejemplo la energía solar. El problema de los paneles solares es que son negros, porque están diseñados para absorber la luz del sol. Pero solo un 12 por ciento se transforma en electricidad, y el resto se vuelve a irradiar en forma de calor… que contribuye al calentamiento global”. Aunque una reconversión general a la energía solar pueda parecer atractiva, la realidad es engañosa. La energía consumida en construir los miles de nuevas plantas solares necesarias para sustituir a las centrales que queman carbón y otros combustibles generaría una enorme “deuda de calentamiento” a largo plazo, como la llama Myhrvold. “Con el tiempo, tendríamos una gran infraestructura que no emitiría carbono, pero solo después de empeorar cada año las emisiones y el calentamiento global hasta que hubiéramos terminado de construir las centrales solares, lo que podría tardar de treinta a cincuenta años”.
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