Príncipe de la Victoria, el gran vencedor de la guerra carlista que logra con el Pacto de Vergara, refrendado por un famoso abrazo, terminar con la pesadilla. La criminal acción de muchos años de guerra acaba, asombrosamente, con la paz más generosa de las guerras civiles españolas. Los militares vencidos, los carlistas, podían pasar al ejército nacional conservando sus grados, y para quitar el pretexto regional, se confirmaban los fueros de las provincias vascongadas y Navarra, confirmación que duró hasta nuestros días, cuando tras el breve Estatuto vascongado, el gobierno del general Franco suprimió los de Vizcaya y Guipúzcoa por su apoyo a los republicanos, manteniendo los de Navarra y de Álava por su aportación a la causa nacional.
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