Rémi Brague, profesor emérito de Filosofía Medieval en la Sorbona de París y de Historia del Cristianismo Europeo en la Ludwig-Maximilians-Universität München, escribe que “según la teología los demonios son ángeles caídos. Los ángeles fueron creados por Dios como espíritus puros y sin cuerpo, pero tuvieron que decidir justo después de su creación si se mostrarían agradecidos hacia Dios o soñarían con la independencia de su Creador. Un demonio se convierte en lo que es, un ángel malo y caído, a través de un ejercicio de libertad, de la misma manera que los ángeles buenos se distinguen de los apóstatas solo por el hecho de que aceptan libremente el amor creador de Dios. Esto sucedió en una decisión libre que tuvo lugar en un instante, pero que los convirtió para siempre en lo que son. El diablo no se engendró a si mismo, en contra de la desfachatez que Satanás profiere en la obra de Milton. Como todo ángel es una criatura de Dios, pero se convierte en lo que es, en un demonio, a través de un acto de libre albedrío, tal como los ángeles buenos eligen libremente obedecer a Dios”.
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