La falta de desafíos hace que, paradójicamente, la vida de los jóvenes sean más complicadas. Parece que los humanos estamos programados para sufrir ciertas dosis de angustia y dolor, y que si no tenemos razones para el sufrimiento lo creamos. Lo vemos mucho en esta generación, con unos niveles altísimos de ansiedad y depresión. No se han enfrentado a los desafíos de generaciones anteriores y, sin embargo, lidian con un sufrimiento insoportable, manifiesta Abigail Shrier, periodista de The Wall Street Journal que estudió en las universidades de Columbia, Oxford y Yale.
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