El derecho a la libertad de religión está cada vez menos protegido y más perseguido. Hace unos días veíamos como detenían a una mujer por rezar el rosario en la calle en las cercanías de la Calle Ferraz, a lo que se suman las multas a jóvenes por ejercer su derecho a manifestar su religión rezando en público, sea individual o colectivamente. Ellos, en paz, muestran su rosario a la policía. La libertad religiosa que pretenden estos jóvenes es la misma que tuvo una especial importancia para la redacción hace 75 años de la Declaración de los Derechos humanos.
La libertad para manifestar públicamente las convicciones o la religión se convierte así en una falacia, ya que solo está permitido aquello que no incomoda al orden establecido, ya sea ideológica, o incluso legalmente por el gobierno imperante, que con el aumento actual de medios de presión a través de instituciones supragubernamentales, librar esta batalla es cada vez más difícil.
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