Warren Mosler dice que lo primero que se debería hacer es establecer el tamaño del gobierno en el nivel adecuado para atender la infraestructura pública, basado en beneficios y costes reales. El sistema monetario será entonces la herramienta que utilicemos para lograr nuestros objetivos económicos y políticos, y no la fuente de información para establecer cuales serían esos objetivos. Entonces, después de decidir lo que tenemos que gastar para tener un gobierno con el tamaño adecuado, ajustaríamos los impuestos para que todos tuviésemos suficiente poder adquisitivo para comprar lo que está todavía a la venta en los grandes almacenes, después de que el gobierno terminase de hacer sus compras. Esperaría que los impuestos fuesen un poco más bajos que el gasto público. De hecho, un déficit presupuestario en torno al 5% de nuestro producto interior bruto podría llegar a ser la norma. Sin embargo, ese porcentaje en si mismo no tiene ninguna consecuencia económica en particular y podría ser mucho mayor o mucho menor, dependiendo de las circunstancias. Lo que importa es que el propósito de los impuestos debería ser equilibrar la economía y asegurarse de que no esté sobrecalentada ni demasiado fría. Y que el gasto del gobierno federal se fije en la cantidad correcta, en función del tamaño y alcance del gobierno que queremos. Eso significa que no deberíamos aumentar el tamaño del gobierno para ayudar a salir a la economía de una desaceleración. Ya deberíamos tener el tamaño adecuado de gobierno y, por lo tanto, no necesitaríamos ampliarlo cada vez que la economía se desacelera. Así, aunque el aumento del gasto del gobierno durante una desaceleración hace que la economía se reactive y termine la recesión, eso es mucho menos deseable que lograr lo mismo con los suficientes recortes de impuestos para restaurar el gasto del sector privado a los niveles deseados. Peor aún es aumentar el tamaño del gobierno solo porque el gobierno tiene superávit. La finanzas públicas no indican qué tamaño debe tener el gobierno. La cuantía optima de los gastos del gobierno no tiene nada que ver con los ingresos fiscales o la capacidad de endeudarse, ya que ambos son solo herramientas para la actuación política en favor del bien público y no razones para gastar o no gastar ni fuentes de ingresos necesarias para que tenga lugar el gasto público.
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