Dice Erich Fromm que la vivencia de la separidad provoca angustia. Es la fuente de toda angustia. Estar separado significa estar aislado, significa estar desvalido, ser incapaz de aferrar el mundo, que el mundo puede invadirme sin que yo pueda reaccionar. También produce vergüenza y un sentimiento de culpa. En el relato de Adán y Eva, la Biblia cuenta que después de haber comido del fruto del “árbol del conocimiento del bien y del mal”, después de haber desobedecido (el bien y el mal no existen si no hay libertad para desobedecer), “vieron que estaban desnudos y tuvieron vergüenza”. Después que hombre y mujer se hicieron conscientes de si mismos y del otro, tuvieron conciencia de su separidad, y de la diferencia entre ambos, en la medida en que pertenecían a sexos distintos. Al reconocer su separidad, siguen siendo desconocidos el uno para el otro, porque aun no han aprendido a amarse, como lo demuestra el hecho de que Adán se defiende, acusando a Eva, en lugar de tratar de defenderla. La conciencia de la separación humana, sin la reunión por el amor, es la fuente de la vergüenza. Es al mismo tiempo la fuente de la culpa y la angustia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario