Al contrario de las revoluciones marxistas que en ninguna parte del mundo y nunca ni siquiera en América latina pudieron realmente llegar al pueblo, la Cristiada mexicana fue un movimiento popular, profundo y auténtico. Centenares de hombres y mujeres de todas las clases sociales se dejaron masacrar para no tener que renunciar a Cristo Rey y a la devoción por la gloriosa Virgen de Guadalupe, madre de toda América latina, cuenta el periodista Vittorio Messori. La resistencia más heroica se dio precisamente entre los indios del México central, que había sido cuna de los aztecas y de sus cultos negros; mientras que la casta de los “sin Dios”, en el gobierno, venía de las regiones del norte, escasamente cristianizadas a causa de la supresión, en el siglo XVIII, de las misiones jesuitas. La lucha de los cristeros en defensa de la fe fue una de las más heroicas de la historia, y ha llegado, aunque en formas no tan cruentas, hasta nuestros días. En ningún otro sitio Juan Pablo II tuvo una acogida de masas más sincera y festiva que en México. Y ningún santuario del mundo es tan visitado como el de Guadalupe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario