El gobierno chino considera que su visión de nación es la única posible, la voz del Partido Comunista es la única que puede ser escuchada por el gobierno y más allá de esto no existen más voces ni visiones para China que puedan tener cabida dentro de la legalidad. Es en este contexto, en el de un estado autoritario que se opone a toda visión del mundo que no sea la gubernamental, en el que debe entenderse la persecución a la religión y a los cristianos. Las iglesias en China deben estar sujetas a la inspección gubernamental si desean realizar sus cultos sin ser perseguidas, los sermones son revisados y avalados por funcionarios del Estado, y las iglesias que no cuentan con la aprobación de Beijing se enfrentan a la clausura.
El 2 de enero de 2019 el New York Times documentó cómo operan las iglesias en China. Muchas denominaciones cristianas realizan sus actividades religiosas de forma clandestina, debido a que no cuentan con el beneplácito estatal y muchas otras, que deciden acatar las normas del gobierno, pueden verse enfrentadas a un cierre intempestivo si pierden el apoyo de las autoridades. En China no son raras las detenciones de pastores y sacerdotes o la confiscación de Biblias. Sin embargo, a pesar de los intentos de control por parte del gobierno sobre las iglesias, la vida religiosa en China está prosperando. El New York Times estimó que solamente las iglesias clandestinas podrían albergar a 30 millones de fieles; si a estos se suman los creyentes afiliados a iglesias aprobadas por el Estado y los que, aunque participando de la actividad de las iglesias clandestinas, no pueden ser contabilizados, el número oficial de cristianos en China podría ser mucho más alto. Algunas estimaciones sugieren que el número de cristianos en China podría ser de sesenta millones, esto incluye a iglesias aprobadas por el estado y a iglesias clandestinas de distintas denominaciones.
En diciembre de 2018, el New York Times documentó cómo la persecución religiosa también se extendía a los musulmanes, muchos de los cuales han sido detenidos en campos de concentración, obligados a realizar trabajos forzados y a tomar programas de re-educación que incluyen la aceptación de la ideología del gobierno.
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