En su libro The Spirit Level. Why Greater Equality Makes Societies Stronger, los epidemiólogos británicos Richard Wilkinson y Kate Pickett presentan datos que indican que las sociedades desiguales tienden a ser más violentas, tienen un número mayor de personas en prisión, experimentan mayores niveles de enfermedades mentales y obesidad, y cuentan con una menor esperanza de vida y con bajos niveles de confianza. El corolario, según los autores, es que, después de controlar los ingresos medios, las sociedades más igualitarias presentan mayores niveles de bienestar infantil, menores índices de estrés y consumo de drogas, y una mortalidad infantil más baja. Otros investigadores han encontrado que los niveles más altos de desigualdad acentúan la segregación y reducen los resultados académicos de los niños y adultos jóvenes. Aunque los datos empíricos son menos concluyentes, también existen temores generalizados sobre que los niveles más altos de desigualdad conducen a mayores niveles de malestar social.
Hoy, un trabajo de clase media ya no garantiza un estilo de vida de clase media, y en los últimos veinte años los cuatro atributos tradicionales del estatus de la clase media (educación, salud, pensiones y vivienda propia) se han comportado peor que la inflación. En Estados Unidos y el Reino Unido, la educación se considera hoy un lujo, escribe Klaus Schwab.

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