Recordaba Ortega que la realidad no se nos presenta como un amontonamiento de datos, pues nuestra mente ejerce sobre ellos una inmediata ordenación, los relaciona y jerarquiza en un marco más amplio para darles sentido. De otro modo la mente se perdería en un caos de impresiones. Las ideologías ofrecen marcos generales en los que deben hallar significado los hechos particulares.
Nunca hay total acuerdo entre hechos e ideologías, pero sí grados de concordancia, desde la manifiesta falsedad a una certeza suficiente. Debemos notar que la necesidad psíquica de orden y sentido es acuciante y por ello va subtendida por una fuerte emotividad. El temor a la desorientación hace que una vez adoptamos una teoría tendamos a rechazar cualquier cuestionamiento de ella, de modo que si los hechos la desmienten suelen ser rechazados o deformados para acoplarlos a su marco.
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