Flannery O'Connor
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A mediados de 1950, una lectora escribió a la novelista católica estadounidense Flannery O'Connor para quejarse por las declaraciones sexistas de un sacerdote. La respuesta de Flannery O'Connor fue contundente: "No debes decir que la Iglesia arrastra esa pesada carga, es el padre mengano el que la arrastra o muchos padres menganos. La Iglesia canonizaría tanto a una mujer como a un hombre y supongo que ha hecho mucho más que cualquier otra fuerza en la historia para liberar a las mujeres”.
En el Concilio Vaticano II los padres conciliares proclamaron que "llega la hora, ha llegado la hora en que la vocación de la mujer se cumple en plenitud, la hora en que la mujer adquiere en el mundo una influencia, un peso, un poder jamás alcanzados hasta ahora”. Muchas veces fue prácticamente la única institución que insistió en que no puede existir un progreso auténtico para las mujeres si no se respetan sus roles en la familia. Dicha preocupación por el rol de las mujeres en la familia no se opone de ninguna manera a la forma en que la Iglesia apoya las aspiraciones de las mujeres de participar en la vida económica, social y política.
En los años 90, el Santo Padre en su "Carta Apostólica a las mujeres" previa a la Conferencia Mundial sobre la Mujer en Pekín de 1995 decía que: "Es urgente alcanzar en todas partes la efectiva igualdad de los derechos de la persona y por tanto igualdad de salario respecto a igualdad de trabajo, tutela de la trabajadora-madre, justas promociones en la carrera, igualdad de los esposos en el derecho de familia, reconocimiento de todo lo que va unido a los derechos y deberes del ciudadano en un régimen democrático”. Afirma la importancia de la identidad sexual biológica, pero no consuela a los que creen que los roles de hombres y mujeres están fijados para siempre a un patrón estático. Por el contrario, celebró que las mujeres asumieran nuevos roles e hizo hincapié en la medida en que el condicionamiento cultural ha sido un obstáculo para el progreso de las mujeres.
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