Quevedo hizo suya la más persistente de las costumbres del castellano, la lapidaria exaltación y deploración de la muerte. Borges ha escrito que el verso castellano siempre está diciendo una sola cosa, desde el latín de Séneca, el horrendo dictamen de que todo es del gusano. Nadie como Quevedo para confirmarlo, aunque es justo decir que su insistencia en ese “miércoles de ceniza” no es simple ni monótona. En alguna parte dice que, bien vista, la muerte más tiene de caricia que de pena lo cual, además de razonable, es un elegante consuelo. Y Quevedo nos dice que antes que sepa andar el pie se mueve camino de la muerte. Asimismo a Quevedo le gusta producir efectos aproximando los extremos: En el hoy y mañana y ayer junto pañales y mortaja…
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