Las hojas de papel entre fieltros son prensadas para sacar la humedad. |
Varios fabricantes de papel chinos fueron hechos prisioneros de los árabes en el siglo VIII y conducidos a Samarcanda, en Turkestán; allí comenzaron a fabricar papel con hilachas y de allí se extendió rápidamente la fabricación del papel de hilo y cáñamo por todo el califato; en tiempo de Harun Al-Raschid, a finales del siglo VIII, existían ya fábricas en Bagdad y Arabia y en el siglo X la fabricación de papel llegó a Egipto. Se empleaban restos de soga y especialmente trapos de hilo, por lo que el papel fabricado en el Islam puede ser denominado como papel de trapo. La materia prima era desmenuzada, amasada con agua de cal, secada al sol y enjuagada en agua limpia. Tras ello, se le daba forma sobre una red tensa en un marco y se le aplicaba harina y almidón. Para hacerlas resistentes a la escritura, se sumergían las hojas en engrudo hecho de almidón o de arroz cocido, para al final frotarlas con piedra pulimentadora. Hacia el año 1100 la fabricación del papel llegó a Europa, cuando los árabes la introdujeron en España; entre los primeros lugares de producción se contaba el centro literario de la época, Toledo, pero el más antiguo conocido se encontraba en las proximidades de Valencia.
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