Dice Laroche que hablar tan solo del deseo, de la búsqueda del placer, es limitar la descripción de la relación íntima. Reducir el acto sexual solamente a las experiencias materiales y biológicas puede compararse con el conocimiento de determinadas letras, pero sin la capacidad de saber componer con ellas una palabra. Solo cuando uno sabe leer con fluidez, se entiende la riqueza de las palabras compuestas por los mismos signos. Palabras como placer, pasión, orgasmo son en sí estas letras. No es hasta el instante en el que uno consigue reunir la experiencia humana del amor, cuando es capaz de leer palabras como amor, unidad, fidelidad, entrega, encuentro con Dios.
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