Uno de esos misterios que son difíciles de explicar solamente con la teoría evolucionista es nuestra consciencia, la sensación y la conciencia de la propia existencia. No parece que la materia tenga esta característica. Otro es nuestra capacidad de elección, el libre albedrío. Si es libre de verdad, está más allá del binomio causa-efecto de la ciencia. El sentido del bien y el mal, reflejado a veces en el reconocimiento de la justicia y la injusticia. El rechazo a la injusticia y al maltrato de los débiles y los pobres, contrasta vivamente con el concepto evolutivo de competencia y de supervivencia, principalmente, del más apto. Los seres humanos, tienen ideales que están por encima de tan despiadado comportamiento. Por otra parte, si de verdad evolucionamos, sin más, el comportamiento y los deseos egocéntricos serían precisamente lo que habría sobrevivido. ¿De dónde provienen todas las características más elevadas de nuestra mente? Hay significación y bondad en la humanidad por encima de lo que la ciencia ha encontrado y ofrece, pero la evolución no explica tal cosa, manifiesta el profesor Ariel Roth.
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