La zona comercial de la ciudad de Omagh tras el atentado del IRA. |
Cuando las bombas del IRA estallaban en Londres, nadie llamó a bombardear Belfast occidental ni Boston, fuentes de gran parte del apoyo financiero del IRA. En cambio, se dieron pasos para apresar a los criminales y se hicieron esfuerzos para negociar sobre lo que estaba detrás del origen del terror. Cuando voló un edificio federal en la ciudad de Oklahoma, hubo quien llamó a bombardear Oriente Medio y, tal vez, lo habrían hecho de haberse descubierto que los responsables estaban allí. Cuando se descubrió que era un ataque interno, ligado con las milicias ultraderechistas, nadie pidió que fueran borradas del mapa Idaho y Montana. Lo que se hizo fue buscar al criminal, encontrarlo, juzgarlo y sentenciarlo. Además se hicieron esfuerzos para comprender los agravios que yacían detrás de semejantes crímenes y para tratar de resolver los problemas. Casi cualquier delito, sea un robo callejero o atrocidades colosales, tiene razones y, en general, descubrimos que algunas de ellas son graves y deben ser consideradas, manifiesta el filosofo estadounidense Noam Chomsky.
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