Las características personales de los individuos han dado lugar a apodos que, en algunos casos, se han transformado históricamente en apellidos. Pedro III de Aragón “el Grande” (1240-1285), rey de Aragón, Valencia y Sicilia, y conde de Barcelona. Alfonso X “el Sabio” (1221-1284), rey de Castilla. Actualmente, más de 11.000 personas tienen Grande como primer apellido en España. Sabio es el primer apellido de casi 2.000, cuenta la investigadora catalana Susanna Manrubia.
La tradición de pasar un apellido de padres (o madres) a hijos es muy reciente en la historia de la humanidad, se inició hace unos cinco mil años en China, hace unos ocho siglos en España y en la mayor parte de Europa, hace apenas 150 años en Noruega y en 1934 en Turquía, por ejemplo. La tradición china de heredar el apellido paterno, afirma Susanna Manrubia, es la más antigua del mundo, si bien estuvo limitada a la familia real y a la aristocracia durante casi tres mil años.
El primer censo de Estados Unidos, en 1790, recogía una población de unos cuatro millones de personas. En 2010, el país tenía casi trescientos millones de habitantes, de forma que su población ha crecido a un ritmo cercano al 2% anual en los últimos 220 años. El número de apellidos distintos es el más alto del mundo, producto de la gran diversidad de nacionalidades de los inmigrados entre los siglos XIX y XX.
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