domingo, 11 de febrero de 2018

La televisión se ha transformado en un gigantesco escaparate de exhibicionistas y mirones.


La televisión se ha transformado en un gigantesco escaparate en que los exhibicionistas se exponen sin falsos pudores y los mirones hacen sus delicias. Incontables son los programas de televisión que se dedican a eso. Al entreverarse íntimamente las vidas privadas y las vidas públicas, ¿quién, bajo la tutela de una matrona alcahueta disfrazada de psicoterapeuta, o la supervisión de una Lolita con sonrisa de hiena, pondrá reparos a hablar de su vida íntima? El político deseoso de notoriedad, la starlette ávida de publicidad, el cantante que pretende regresar a la palestra de la actualidad, el escritor que busca lectores, el aristócrata venido a menos que intenta redondear sus fines de mes, nadie titubea a la hora de confesar su impotencia sexual, sus traumas infantiles, sus estremecimientos intelectuales o su inmoderada pasión.

El presentador de 'Sálvame Deluxe' 
Cuenta Maffesoli que lo que antaño había sido el fuero interno, ese foro en el que el alma dialogaba consigo misma, se invierte en su contrario. Rumores y chismes están en el candelero. Ahí es donde el entrecruzamiento de la vida privada y la vida que se expone públicamente colma el voyeurismo apenas reprimido de las masas y satisface, finalmente, a los actores de estos indecentes shows televisivos.

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