viernes, 15 de diciembre de 2017

Escepticismo.

El escepticismo radical o absoluto se anula a sí mismo. Afirma que el conocimiento es imposible. Pero con esto expresa un conocimiento. En consecuencia, considera el conocimiento como posible de hecho y, sin embargo, afirma simultáneamente que es imposible. El escepticismo incurre, pues, en una contradicción consigo mismo. El escéptico podría, sin duda, recurrir a una escapatoria. Podría formular el juicio “el conocimiento es imposible” como dudoso, y decir, por ejemplo: “no hay conocimiento y también esto es dudoso”. Pero también entonces expresaría un conocimiento. La posibilidad del conocimiento es, por ende, afirmada y puesta en duda a la vez por el escéptico. Nos encontramos, pues, en el fondo, ante la misma contradicción anterior. Como ya habían visto los escépticos antiguos, el defensor del escepticismo sólo absteniéndose de juicio puede escapar a la contradicción consigo mismo. 

Pero tampoco esto basta, tomadas rigurosamente las cosas
Johannes Hessen
, dice Johannes Hessen. El escéptico no puede llevar a cabo ningún acto de pensamiento. Tan pronto como lo hace, supone la posibilidad del conocimiento y se enreda en esa contradicción consigo mismo. La aspiración al conocimiento de la verdad carece de sentido y valor desde el punto de vista de un riguroso escepticismo. Pero nuestra conciencia de los valores morales protesta contra esa concepción. El escepticismo, que no es refutable lógicamente mientras se abstenga de todo juicio y acto de pensamiento, cosa que es prácticamente imposible, experimenta su verdadera derrota en el terreno de la ética. Repugnamos en último término el escepticismo, no porque podamos refutarle lógicamente, agrega Hessen, sino porque lo rechaza nuestra conciencia de los valores morales, que considera como un valor la aspiración a la verdad.

repugnamos el escepticismo porque lo rechaza nuestra conciencia de los valores morales, que considera como un valor la aspiración a la verdad.


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