Paris ocupado. |
En un principio se desplegaron cien mil soldados alemanes para mantener el orden en la Zona Ocupada, si bien esta cifra descendió a sesenta mil a comienzos de 1942, cuando se les envió a reforzar las filas del Frente del Este, para luego aumentar a doscientos mil a finales de 1943. Muchos de estos hombres fueron destinados a la capital. Los turbios encantos de París debían de resultar seductores para hombres acostumbrados a la vigorosa y saludable Alemania de Hitler, donde el ideal de mujer aparecía siempre representado con una jabalina o una pelota en la mano. Los elegantes barrios del oeste de París rebosaban de oficiales que iban a cenar a Maxim’s, Prunier’s, el Tour d’Argent y otros famosos restaurantes, mientras que los de rangos
inferiores se comían con los ojos a las bailarinas semidesnudas del Moulin Rouge o el Shéhérazade. La alta sociedad, incluidos los Beaumont, Dubonnet, Harcourt, Mumm y Polignac, no mostraron reparos en hospedar a los alemanes más distinguidos. Sus correligionarios de los burdeles de la capital hicieron su agosto durante aquellos años, si bien más tarde las madames alegaron que solo lo habían hecho por negocio o que reservaban a las prostitutas bizcas exclusivamente para los nazis. Excepto siete mil coches, los demás fueron requisados por los ocupantes, de modo que los franceses tenían que moverse en metro, en bicicleta o a pie. Los ciclotaxis acentuaron la impresión de servidumbre tercermundista, especialmente cuando los pasajeros eran alemanes y el conductor francés. El Métro era el lugar donde la mayoría de los franceses podían entrar en contacto físico con los alemanes, que se aprovechaban de la ventaja de viajar gratis para realizar sus recorridos turísticos.
Los oficiales de la Wehrmacht llenaban los espectáculos de cabaré en París. |
Por todo el París oficial, unas enormes esvásticas anunciaban la llegada del nuevo orden, por si uno todavía no había reparado en los cascos de acero de los centinelas o la caligrafía gótica de las señales militares instaladas para dirigir el tráfico alemán. Todos los días, el ejército alemán desfilaba por los Campos Elíseos para recordar a los parisinos quiénes mandaban. Los que antes habían sido
edificios del gobierno, así como varios hoteles de lujo, fueron tomados por instancias alemanas, entre ellos el Hôtel Majestic. En el Majestic, el George V y el Raphaël, los alemanes se codeaban con la crema y la nata de la cultura de la capital.
Los alemanes establecieron contacto con grandes personalidades, como el multicondecorado exoficial de caballería Pierre-Charles Taittinger, fundador de las bodegas de champán del mismo nombre (así como de un pequeño partido fascista), a la sazón presidente del consejo municipal de la capital. Dada su común experiencia profesional, los
funcionarios judiciales franceses trataban con otros colegas abogados, en tanto que incluso los alemanes que se llevaron gran parte del vino de la nación eran antiguos exportadores que, por tanto, conocían muy bien Burdeos o Beaune. Entre los visitantes alemanes se encontraban Goebbels, Göring y Rosenberg, los principales saqueadores responsables de llevarse una cifra estimada de 21.903 obras de arte.
Pablo Picasso vivió uno de sus periodos más productivos, y económicamente lucrativos, de su carrera en el París ocupado por los alemanes, cuyas visitas recibía. Algunos
artistas no podían vivir lejos de los focos y se mostraban indiferentes a quiénes fueran sus compañías, como el actor Sacha Guitry o los cantantes Maurice Chevalier, Edith Piaf y Charles Trenet. Trenet, un homosexual originario del sur de Francia, puso todo su empeño en demostrar la falsedad de maliciosos rumores colaboracionistas que le acusaban de que su apellido era un anagrama de Netter, de sonido judío.
Pablo Picasso |
Avenue Foch - Paris |
Llegó a haber en torno a cuarenta mil soldados alemanes en París. Reconocida mundialmente como meca de la alta cultura y de las más sugerentes formas de ocio, la antigua capital francesa ofrecía infinitas posibilidades de asistir a conciertos, exposiciones, restaurantes y teatros, así como bares y clubes nocturnos que los soldados utilizaban para sus carnavales de camaradería cuando llegaban del frente de permiso. Las SS, la Gestapo y las SD también estaban presentes, y establecieron sus cuarteles generales en la avenida Foch y en el número 11 de la rue de Saussaies.
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