El Octavo informe general sobre la realidad juvenil española publicado por la Fundación SM entre otras cosas dice que los jóvenes consideran como "muy importante" (por encima del 80% de ellos lo declaran) “la salud” y “la familia”. Todo lo demás está muy por debajo. En el caso de “la política”, un 38,2 % de los jóvenes la consideran “no muy importante” en sus vidas y un 19 % “nada importante”. En el de “la religión” el 33,5 % la consideran “no muy importante” y el 47,7 % “nada importante”.
Un 13% de los jóvenes españoles va a misa al menos una vez al mes o con más frecuencia, a los que hay que sumar otro 7% que va en festividades como Navidad o Semana Santa. Un 78% no van nunca o prácticamente nunca. Los católicos practicantes o "muy buenos católicos" son un 8% de los jóvenes españoles, mientras que los ateos declarados son casi el 24%. Un cálculo rápido permite deducir que hay sólo unos 280.000 varones católicos practicantes en España entre los 18 y 35 años.
Aunque valoran la familia, el matrimonio les resulta una opción no muy atractiva. Un 32% piensa casarse después de cohabitar con una pareja (pese a todos los estudios que demuestran que la cohabitación aumenta el riesgo de ruptura), sólo un 7,4% piensa casarse sin pasar por cohabitaciones previas y apenas un 3,6% ya está casado. Un 31% excluyen directamente la posibilidad de casarse y un 29% dice que no sabe lo que hará (hace diez años, sólo un 17% decía no saber lo que haría).
Los autores del estudio señalan además que quizá por primera vez en la historia, ser viejo protege contra la pobreza, y ser joven aboca a ella: los pensionistas han capeado razonablemente bien la crisis, mientras que los jóvenes, incluso con trabajos, están en la precariedad: "No tenemos vejez desasistida pero asistimos a la inédita aparición de jóvenes con perspectivas vitales quebradas o, incluso, en situación de pobreza", afirma en el informe José Juan Toharia, presidente de Metroscopia.
El informe constata cada vez más laxitud moral: "Se ha producido un paulatino pero cada vez más acelerado aumento de la laxitud moral frente a todos los comportamientos propuestos, incluidos los que implican violencia física, el terrorismo, la violencia de género o la pena de muerte, como los familiares-sexuales. La aceleración de esta erosión es sorprendente dentro de la segunda etapa habida cuenta de los diferenciales, desde el Informe de 2005 hasta el presente, es decir, durante el período de crisis, y apunta cada vez con más claridad a la pérdida de sensibilidad moral y a esa incipiente “ceguera moral” de la que habla Zygmunt Bauman.
La eutanasia y el divorcio tienen menos aceptación que en 2005, y el aborto, después de muchos años de debates sobre las leyes abortistas, sólo ha ganado, 0,4 décimas más de apoyo. En cuanto a instituciones, desde 2005 la Iglesia ha ganado algo de confianza de los jóvenes (del 21% a casi el 23%), mientras que otras instituciones caían en picado: los sindicatos, la prensa, el Parlamento y la monarquía. Ganaban confianza las Fuerzas Armadas, la Policía y las multinacionales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario