Con frecuencia sucede que no faltan quienes afrontan su profesión con tal competitividad que su esfuerzo por rendir en el trabajo parece más un empeño por superar a los demás en una competición que un verdadero interés por prestar un servicio. “Es cierto, dice Juan Pablo II en su encíclica Laborem exercens, que el hombre está destinado y llamado al trabajo; pero, ante todo, el trabajo está en función del hombre, y no el hombre en función del trabajo”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario