Lawrence Solomon |
El clima de la época del imperio romano fue más cálido que el actual. El naturalista y ambientalista canadiense Lawrence Solomon, en un libro interesante “Historia de la temperatura”,afirma que en tiempos de César y Cristo las temperaturas fueron gratamente cálidas, en algunos casos más que en los tiempos recientes. Fue el Periodo Cálido Romano “un tiempo de riquezas y logros, cuando el clima llenaba los graneros y extendía el área cultivada de las viñas y de los olivares”. Hans Peter Holzhauser es uno de los más prestigiosos glaciólogos suizos y ha estudiado con detalle la historia de los glaciares. A través de sus huellas, sobre todo el caso del más caudaloso de Europa, el glaciar de Aletsch, puede afirmar que en el siglo I era un poco más reducido que hoy, de lo que podría inferirse un clima ligeramente más cálido. R. Schmidt, C. Kamenik y M. Roth, analizando vestigios de algas silíceas y pólenes de vegetación arbórea, entienden que en la época romana el clima era ligeramente más cálido que el nuestro.
Es evidente que en el Mediterráneo de la época clásica florecieron dos pueblos extraordinarios, muy similares en cuanto a su enorme influjo en la civilización occidental, pero muy distintos por lo que se refiere a su destino histórico-político, cuenta José Luis Comellas. El griego, que elaboró un primoroso pensamiento capaz de guiar de una vez para siempre nuestra forma de utilizar la lógica y de discurrir, pero incapaz de constituir una gran unidad de poder; y el imperio romano, que los igualó en rigor mental, no tanto en su creatividad intelectual o artística, pero que llegó a constituir un imperio que no tuvo rival por muchos siglos, y que se extendió por todo el espacio mediterráneo de Egipto a Iberia, y por gran parte del continente europeo, tomando como límites naturales el Rin y el Danubio, aunque sobrepasó estas fronteras y conquistó un buen trozo de Gran Bretaña. Todo esto bajo un clima delicioso, que duró en el espacio mediterráneo, más o menos desde el año −500 a +500. Un predominio de mil años sin grandes perturbaciones climáticas es difícil encontrarlo en la historia. Que este paraíso mediterráneo tuviera un papel determinante o cuando menos influyente en el desarrollo de aquella civilización de la cual los hombres y mujeres de Occidente todavía somos deudores es un punto que no podemos dejar de tener en cuenta.
El clima que disfrutaron los romanos (sobre todo entre el siglo I y el III) fue visiblemente más cálido, quizá más cálido incluso que el clima del siglo XX. Y este clima agradable propició la navegación, el bienestar,la vida fecunda en la naturaleza y en la calle, y las relaciones humanas. Hizo del Mediterráneo el espacio más culto y civilizado del mundo en una época que fue decisiva en la historia. La lógica griega, el rigor latino, la profunda espiritualidad cristiana, pondrían las raíces de lo que luego fue Europa.
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